En la década de 1940, mientras el mundo sufría la Segunda Guerra Mundial, el avance tecnológico marcó un antes y un después con la creación de ENIAC (Electronic Numerical Integrator And Computer), la primera supercomputadora digital electrónica programable de propósito general. Desde su concepción en la Universidad de Pennsylvania, el proyecto no solo revolucionó la técnica, sino que también destacó el papel crucial de seis matemáticas pioneras: Frances Elizabeth “Betty” Holberton, Kathleen McNulty Mauchly Antonelli, Marlyn Wescoff Meltzer, Ruth Lichterman Teitelbaum, Frances Bilas Spence y Jean Jennings Bartik.
Estas mujeres no solo se encontraron en un momento histórico único, sino que, con su talento y coraje, desarrollaron el software que permitió que ENIAC funcionara, sentando las bases de la computación moderna en un campo dominado entonces por hombres. Esta historia detalla su encuentro, sus vidas privadas, las complejidades técnicas del proyecto y su legado humano y tecnológico, consolidando un homenaje completo a sus vidas y logros.

Cómo se conocieron: el nacimiento de un equipo pionero
El camino de estas seis matemáticas se cruzó en la Universidad de Pennsylvania, cuando el ejército estadounidense buscaba automatizar los cálculos balísticos manuales, tediosos y lentos, que podían tardar días o semanas. Con la urgencia de la guerra, se convocó a “computadoras humanas”, mujeres expertas en matemáticas, para realizar esos cálculos.
Entre ellas, seleccionaron a Betty, Kathleen, Marlyn, Ruth, Frances y Jean, reconocidas por su precisión y habilidad.
Su encuentro fue el primer paso hacia un trabajo que no contaba con ningún manual: debían programar un gigantesco equipo de casi 30 toneladas que ocupaba una sala, lleno de 18,000 tubos de vacío y miles de conexiones físicas. En un ambiente cargado de presión y sin precedentes técnicos ni académicos, forjaron una alianza profesional basada en la confianza mutua y el desafío conjunto, enfrentándose a la incomprensión social de la época

El titánico desafío técnico de programar ENIAC
Programar ENIAC era muy diferente de cualquier tarea actual. No había lenguajes ni interfaces; cada aplicación se configuraba manipulando miles de cables e interruptores físicos en paneles de control. Las seis matemáticas debían entender complejas ecuaciones balísticas y traducirlas en instrucciones manuales para la máquina, desarrollando el primer software de la historia práctica.
Las dificultades técnicas incluían:
• Ajustar y conectar cables para controlar el flujo de datos y las operaciones lógicas.
• Sincronizar las unidades de cálculo para evitar fallos y errores de interpretación.
• Resolver problemas en tiempo real con innovaciones como los “breakpoints”, que permitían detener procesos para analizar errores.
• Mantener la precisión y rapidez exigidas por el ejército, en un entorno donde un error podía significar una tragedia. Además, el programa no existía como código en pantalla, sino como configuraciones físicas que podían demorarse horas o incluso días en ajustar.

Curiosidades que dan vida al ENIAC
• ENIAC consumía tanta energía como una pequeña ciudad y generaba un calor tan intenso que necesitaba un sistema especial de aire acondicionado.
• Los tubos de vacío, que funcionaban como los “transistores” de entonces, podían fallar constantemente, por lo que mantener la máquina operativa era un reto diario.
• A pesar de su magnitud, ENIAC realizaba cálculos que hoy se superarían en milisegundos, pero entonces significaban una revolución en rapidez y capacidad.
• Las seis mujeres aprendieron a “soñar” con código, pues su concentración era tal que incluso dormían con el problema en mente.

Vida privada y trayectoria de las seis matemáticas pioneras
• Frances “Betty” Holberton (1917-2001): Descendiente de astrónomos, Betty combinó una fuerte pasión por la lógica con su maternidad y vida familiar. Desafió la discriminación escolar y creó innovaciones en lenguajes COBOL y FORTRAN. Era conocida por resolver problemas incluso en sueños y por el ingenio improvisado que aplicaba a la programación.
• Kathleen McNulty Mauchly Antonelli (1921-2006): De origen irlandés, se casó con John Mauchly, el co-inventor de ENIAC, y fue madre de seis hijos. Su humor y personalidad fuerte le ayudaron a superar barreras sociales y a ser una referencia en ingenierías tempranas.
• Marlyn Wescoff Meltzer (1922-2008): Ejemplo de paciencia y perseverancia, equilibraba el trabajo con la educación de sus hijos, y fue una voz para que las mujeres participen en tecnología.
• Ruth Lichterman Teitelbaum (1924-2009): Precisa y creativa, su aporte fue esencial en optimizar y depurar los programas. Su vida fue discreta pero comprometida con la familia y con la difusión del conocimiento.
• Frances Bilas Spence (1922-2012): Meticulosa y detallista, balanceaba su labor con su hogar y defendió la educación tecnológica femenina, siendo una pionera activa en difusión científica.
• Jean Jennings Bartik (1924-2011): Jovial y colaborativa, promovió la curiosidad y la enseñanza de programación para generaciones futuras, con una vida dedicada a la maternidad y la docencia.

El legado técnico y la invisibilidad histórica
Aunque los inventores del hardware recibieron reconocimiento inmediato, estas seis matemáticas permanecieron invisibles durante décadas. Su trabajo creó los fundamentos del software moderno: subrutinas, rutinas de ordenamiento, técnicas de depuración y programación estructurada.
Sus aportes técnicos aceleraron el desarrollo de computadoras comerciales y la evolución de lenguajes como COBOL y FORTRAN. Hoy son reconocidas con premios y homenajes que celebran su impacto en la transformación tecnológica.
Conclusión
Detrás del ENIAC y sus millones de cálculos hay la historia de seis mujeres que desafiaron normas sociales y técnicas, y que demostraron que la creatividad y la ciencia no entienden de género. Fueron madres, innovadoras y compañeras que abrieron caminos para quienes vinieron después.
Su invisibilización es una lección de historia que debemos corregir, porque reconocer su trabajo es un acto de justicia y un mensaje de inspiración para que la diversidad y la equidad impulsen el futuro.
Estas seis matemáticas programaron la primera supercomputadora moderna y con ella programaron el futuro, un futuro más inclusivo y brillante para todos.

